Troy Andrews, verdadero nombre de Trombone Shorty, irrumpió como un ciclón, por segunda vez en menos de un año, en Madrid.
Acompañado de nuevo por la jovencísima, pero preparadísima banda: Orleans Avenue, que parece hecha a su medida, el también jovencísimo músico de Nueva Orleans (25 años), demostró por qué se ha convertido en una de la principales figuras y estandartes de su ciudad natal, y por qué se ha ganada la admiración y los elogios de artistas como Jeff Beck o el mismísimo Wynton Marsallis.
La propuesta musical de Shorty, bautizada por él mismo como Supafunkrock, aúna la tradición de su ciudad natal con géneros como el jazz, el soul, el pop, el rock o el funk en los que el artista se desenvuelve con total naturalidad, haciéndolos propios. Mezcla y combina los diferentes estilos a lo largo del concierto, haciendo de él un camino musical que te va llevando por sus diferentes sonoridades y atmósferas. Pero es en el rock, el R´N´B y el funk en los que demuestra su verdadero poderío y maestría; y es en las canciones instrumentales en las que despliegan, tanto él como la Orleans Avenue, lo mejor de su repertorio. Un compendio de canciones propias y versiones llenas de detalles, arreglos y solos, que ponen de manifiesto la calidad técnica de los músicos, pero también el alto nivel de Shorty como compositor y arreglista. Su directo es enérgico, vitalista, divertido y portentoso en el que se cuidan, además de los aspectos musicales, los elementos escénicos, tan importantes a la hora de conseguir la involucración de un público, que se entregó por completo a la causa desde el primer tema.
El paso de Trombone Shorty & Orleans Avenue por Madrid ha supuesto una clara demostración de que la juventud no está reñida con la profesionalidad y la experiencia, y nos deja con el gratificante interrogante de las cotas que puede llegar a alcanzar este artista, si no se deja enmarañar por las armas del mainstream.
Publicado por Bruno Freire León para la revista B!ritmos.
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